ORTIGAS

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PARECEN AJOS SILVESTRES

En Billingshurst, el solariego ancestral, me encontraba visitando a la octogenaria madre. Viendo soleada la mañana del sábado, me dirigí al bosque, acompañado de bolsa de plástico, guantes de goma y tijeras de cocina. El bosque estaba cubierto de una alfombra verde oscura de campanillas por florecer y a punto de ello, algunas prímulas y celidonias esparcidas por doquier les mostraban el camino. Brillaba el sol, los mirlos cantaban y se oía el arrullo de las palomas torcaces. Se me olvida lo preciosa que puede ser Inglaterra.

Me desvié por un camino de barro, un bulevar de ajos silvestres; su olor aromatizaba el aire. Eso bastaría para empezar, así que cuidadosamente desraicé algunos de los delgados zarcillos decolorados de la renegrida tierra, y los metí en mi bolsa. Pronto encontré ortigas. Admito que me encontré salivando ante tal deliciosa posibilidad. Me desabroché el cinturón y lo pasé por las asas de la bolsa, me coloqué el apretado guante de goma y me puse manos a la recogida. Eran jóvenes y de un verde intenso, crecían a ras del suelo. A mi parecer todavía era temprano para coger ortigas, pero mejor aún tiernas que aquellas de semillas, fibrosas y asquerosas que se encontraría uno más tarde. En no más de veinte minutos ya tenía la bolsa llena de ortigas.

En el camino de vuelta con mi botín pasé por la farmacia. Quizás fuese por consecuencia de haber estado encerrado durante tres horas en un tubo de aluminio herméticamente sellado, encajado entre gente vociferando, tosiendo, moqueando y estornudando, (Easyjet Málaga-Gatwick) que empecé a sentir el primer ligero rasguño de un resfriado en la parte posterior de la nariz. Una enorme dosis de vitamina C es la única solución para este tipo de caso.

La farmacéutica me resultó bastante atractiva y ella parecía predispuesta a charlar un poco. Durante un rato hablamos de la vitamina C, tema sobre el cual no sé absolutamente nada.

”Linus Pauling”, le comenté, “se tomaba 9.000 mg de vitamina C al día, y mira lo que consiguió el.”

“¿Qué consiguió?” me preguntó

La verdad es que no estaba muy seguro, así que difuminé un poco el asunto enseñándole mi bolsa de ortigas. Pareció impresionada. Decidí llevarlo un poco más lejos:

“Los cogí para mi pobre madre anciana; no tiene nada que llevarse a la boca; además son muy buenas para sus viejos huesos y también para sus ojos, por lo que haré una sopa con ellas. Deberías probarla, la sopa de ortigas, está deliciosa”

Al salir vi a la atractiva farmacéutica sacudir la cabeza y secarse una lágrima del ojo.

Y bien deliciosa que estaba la sopa, acompañada de perfectos picatostes dorados y una espiral de crema agria rumana. Fue un plato maravilloso para el Día de la Madre… y bien barato también.

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One Response to “ORTIGAS”

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  1. Comment by themarcos — December 19, 2014 at 4:54 pm   Reply

    Que tal compañeros de entrelimon.es, necesito ayuda…

    Tras cerrrar de las paginas de descarga Series.ly y Series Pepito.

    ¿Alguna web bajar peliculas y juegos?

    Gracias…

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